Todo material es bello cuando se identifica plenamente con su función.
ABSTRACCIÓN, 1968-1978
Superada la etapa representativa, el escultor se centra en el valor conceptual de la obra e inicia el camino de la abstracción geométrica. Esto trae consigo la elección del material: Mateos encontró en las cualidades del hormigón el vehículo perfecto para expresar su predilección por lo concreto y rotundo.
La identificación entre material y forma será definitiva. Mateos no abandonará ya el hormigón armado, con el que establece un pacto de enriquecimiento mutuo que producirá múltiples series a lo largo de su vida.
Espaciales, 1968-71
Obras de fuerte estructura lineal, de vivas aristas y rotundos volúmenes sin un aparente orden armónico y/o racional, que nos sugieren el caos expansivo de una naturaleza creada por el ser humano.
En ellas, la textura del encofrado tiene una clara pretensión expresiva, fruto de la reivindicación del autor por el material.
Una reivindicación compartida por los arquitectos de la llamada arquitectura brutalista, desarrollada en Europa entre 1950 y 1970. Aunque el resultado formal de ambas tiene grandes similitudes, esta afinidad no es conocida ni consciente.
Dólmenes, 1772-73
El carácter arquitectónico anterior se hace ya patente en ésta serie, donde los volúmenes se apoyan y ordenan ortogonalmente en estas evocaciones megalíticas. En ellas, el bloque se reivindica ahora como forma en sí misma, como volumen escultórico.
En esta serie la textura del encofrado de hormigón se ordena igualmente, respondiendo a una lógica racional y constructiva.
Cubos, 1974
Serie formada por nueve piezas; en ellas busca limitar formalmente un espacio interno, y cuyo volumen exterior se inscribe a un prisma o cubo. Piezas de severo planteamiento constructivista muy próximo a la Bauhaus.
Menhires, 1974
De la estructura de planos y volúmenes ortogonales anterior y su carácter estático, el autor introduce en esta serie el concepto del ritmo, con el que articula unos volúmenes verticales, surgidos ahora de un único plano fragmentado. La alternancia rítmica de espacio y volumen dota a las obras de un mayor dinamismo.
Flexiones, 1975
Continuando las posibilidades expresivas del plano como elemento único generador de la forma, pasa a flexionarlo en esta serie, donde la curva -inusual en la obra mateista- conforma el juego central y el protagonismo. Un planteamiento de radical simplicidad que será en recurrente en su trayectoria.
El escultor está ya inmerso de forma definitiva en una línea de investigación analítica que seguirá desgranando en series.
Inversiones, 1976
Con la serie Inversiones Mateos rompe con el quehacer anterior para recuperar la lógica constructivista, utilizando diferentes planos-volúmenes en la composición. Retoma la monumentalidad y logra imprimir una potencia en ellas que le lleva a decir que son maquetas de sí mismas.
Incluso la textura de estas obras, austera y homogénea como si de grandes obras se tratase, realza la innata monumentalidad que poseen. Representan un momento de máxima simbiosis entre material y forma.
Con las Inversiones, Ángel Mateos culminará su primera época abstracta. A partir de aquí, la evolución de su obra supondrá un giro hacia la concepción espacial por encima de la volumétrica.