Ángel Mateos, 1933 – 2022
Ángel Mateos nace en 1931 en Villavieja de Yeltes, Salamanca, en el seno de una familia de canteros-constructores, oficio en el que trabaja desde temprana edad y del que obtiene los conocimientos de su material identificativo: el hormigón.
Con veintiún años, se traslada a Sevilla, donde inicia estudios de Artes y Oficios y a Madrid para asistir a las clases de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, iniciando sus primeros contactos con el mundo del arte.
Pero la enseñanza academicista no casa con el talante del joven Mateos, que pronto regresa a Villavieja “decepcionado de la bohemia”. Este primer desengaño le proporciona la convicción de que para ser un artista libre e independiente es necesario “carecer de condicionamientos económicos para no sufrir imposiciones de gustos y criterios no compartidos”. Este pensamiento le acompañará siempre y marcará el carácter del escultor.
En 1957 se establece en Vitigudino, Salamanca, desde donde, con un modesto taller de derivados del cemento, buscará esa independencia que le permita desarrollar su gran pasión: la escultura.
A partir de 1963 comienza su carrera artística participando en concursos nacionales de escultura, como el Salón de Otoño de Madrid, donde obtiene un tercer premio, un segundo y, finalmente en 1966, el primer premio. Este mismo año se presenta por primera vez a la Exposición Nacional de Arte Contemporáneo en Madrid, en la que estará presente igualmente en otras cuatro ocasiones.
Con los éxitos llega en 1967 su primera exposición individual en la galería Círculo Dos, de Madrid. Su escultura en estos años se ha ido desprendiendo de forma rápida y progresiva de la figuración mimética de sus primeros pasos, que da por concluida con su serie de los Acantilados, obra expresionista pero disparada ya hacia la abstracción.
A partir de 1967 comienza el camino decidido de la abstracción con su serie Espaciales, y en 1972 su obra Canto al Espacio obtiene el Segundo Premio en la Exposición Nacional de Pequeña Escultura de Valladolid. Este reconocimiento trae consigo su primera exposición individual en Salamanca el mismo año.
Un año más tarde, en 1973 vuelve a exponer en Madrid en la sala Círculo Dos, e igualmente está presente en la Exposición Nacional de Arte de Zaragoza y en la Exposición Internacional de Arte de Marbella. Este mismo año, dona a su Villavieja natal una escultura de grandes dimensiones: Dolmen VII, a la Libertad, realizada en hormigón picado.
1974 Será un año destacado en la trayectoria de Ángel Mateos. En este año es premiado en el Concurso Internacional de Autopistas del Mediterráneo, y su obra La Edad del Hormigón se alza, con 12m de alto, en la autopista A-7 (Km. 37, S. Sadurní de Noya). Este mismo año realiza su Dolmen VI para la cercana población de Lumbrales -Salamanca-. Por otro lado, su obra el “Cíclope” se ubica definitivamente frente al estadio Helmántico en Salamanca.
Fruto de su contacto con Barcelona, conoce al crítico Francesc Miralles que escribe los textos del catálogo para la exposición en 1975 en la galería Nartex de la capital catalana, y en la que expone su nueva serie Flexiones; esta exposición que viajará después al Museo Provincial de BB. AA. de Salamanca.
En 1976 realiza su sexta exposición individual, con su última serie de Inversiones y una selección anterior en la galería Horizonte de Madrid.
En 1979 el Ministerio de Cultura le concede una Beca Nacional de Investigación de las Artes Plásticas, un reconocimiento a su trayectoria y aportación a la escultura. Este mismo año realiza una importante retrospectiva de su obra hasta ese momento en la galería Kreisler-dos Madrileña.
Su relación con artistas constructivistas a lo largo de estos años se concreta en diversas colectivas en Barcelona, Madrid o Salamanca, donde cabe destacar Forma y Medida en el Arte Español Actual, 1977, que logra reunir importantes creadores de la misma generación de Mateos, como Cruz Novillo, Camín, Feliciano Hernández, Eusebio Sempere, o Soledad Sevilla entre otros.
La década de los 80 corresponde al momento de plena madurez creadora de Ángel Mateos. En 1980 realiza en Salamanca una exposición simultánea en tres galerías de arte de la ciudad, donde expone, esculturas en hormigón, en metales nobles -joyas que denomina Inútiles- y una serie de propuestas de habitabilidad de sus esculturas, Cubos Habitables.
En 1982 expone en la galería Rayuela, Madrid, sus series de Horizontales y Desplazamientos; un año más tarde realiza la serie Palasthros en acero cortén, primer contacto del escultor con este material, que concibe para unas estructuras primarias en las que aborda el concepto de espacio constructivo. Será con ésta serie y con la galería Rayuela la única vez que Mateos acuda a ARCO.
Y es que el cotarro que es el mundo del arte como Mateos lo define y al que desprecia -convencido de que todo mecenazgo conlleva su deuda-, unido a varias decepciones en el terreno artístico, provocan el alejamiento definitivo de los círculos artísticos. Es entonces cuando restringe su actividad artística al ámbito de su ciudad, Salamanca.
En 1984 realiza la sorprendente exposición de esculturas flotantes en el río Tormes, a su paso por la ciudad de Salamanca. En ella, la serie Desplazamientos la realiza a gran tamaño en chapa de hierro para lograr “posar” sus esculturas sobre el agua. Estas esculturas, a partir de 2009, quedarán emplazadas en el pueblo salmantino de Morille.
Dos años más tarde, en 1986 es seleccionado por Castilla y León para la VIII Bienal de Zamora, sobre Escultura Ibérica Contemporánea de España y Portugal. De esta exposición, la última en la que Ángel Mateos participa, el conjunto escultórico Menhires compuesta de-tres grandes piezas en hormigón de su serie Desplazamientos-, queda emplazada de forma permanente en la ciudad.
La década de los 90 representa en la trayectoria artística de ángel Mateos, la búsqueda de un proyecto final que resuma y exprese su dedicación y tributo a su material, el hormigón. Así en 1994 realiza a la entrada de su Villavieja natal, una de sus grandes y más queridas obras, Obelisco, que con sus 25 metros se alza elegante en medio de un paisaje de encinas.
El artista está volcado en su tierra cuando desde Valladolid le llega la oportunidad de realizar otra de sus grandes esculturas: con motivo del IV Centenario de la ciudad se levanta desde 1999 en plena capital, una obra de Mateos: Inversión VIII, su escultura más importante por dimensiones y complejidad técnica.
Será en 2002 en Doñinos de Salamanca cuando, el que alguna vez se definiera como “discípulo del hormigón”, culmina su último gran proyecto: un gran “habitáculo” que albergue toda su obra.
Tras la construcción de este museo, que denominará Museo del hormigón, Ángel Mateos da por concluida su trayectoria artística.
Apartado ya de la creación artística, Ángel Mateos recibe el Premio de las Artes Castilla y León 2008 en reconocimiento a “una obra independiente, con gran personalidad y fuerza expresiva, donde destaca la monumentalidad y el carácter arquitectónico” de las propuestas de Ángel Mateos”.
Tras una larga lucha con la enfermedad de alzheimer que lo había apartado definitivamente de su actividad artística, Ángel Mateos falleció en Salamanca el 13 de mayo de 2022.
A la edad de 90 años, el escultor dejó un legado artístico que se concentra en su “Museo del Hormigón”, como él lo denominó, si bien su familia en 2018 constituyó la Fundación que lo gestiona bajo el nombre de Museo Ángel Mateos.