…Nada significan, nada que no sea lo que a sí mismas representan. Nada que no sea el juego absoluto de las cosas, de su propia Naturaleza, de lo primitivo y elemental, de lo concreto y de la lógica.
SÍNTESIS, 1978-1988
En esta etapa de plena madurez, Ángel Mateos lleva a cabo una depuración de la forma en busca de la perfección formal; la modulación espacial y la sobriedad serán los supuestos de una búsqueda sistemática de la esencia y de las justas proporciones, donde la obra alcance, fiel a su naturaleza, potencia monumental.
En esta última etapa, su obra alterna una tendencia arquitectónica y una minimalista en las diferentes series que realiza. Sus estructuras cada vez más primarias, poseen un marcado carácter monumental, intrínseco y característico, que le llevarán, finalmente, a un particular minimalismo monumental .
Ménsulas y Pórticos, 1978
Mateos busca la perfección en el juego compositivo bajo las austeras normas de la lógica constructivista.
Se evidencia el ansia del escultor por la intervención en el paisaje, por su vocación monumental y arquitectónica; nunca como ahora sus esculturas se manifestaron tan susceptibles de ser maquetas de sí mismas.
Verticales, 1979
Mateos retoma la investigación anterior con el plano único para, desde la premisa de menos es más, conseguir formas puras de simplicísima formulación y poderoso simbolismo.
Con la estilización de sus elementos el hormigón es llevado al límite de sus posibilidades materiales, casi grafismos espaciales en algunas, pero con un innato impulso monumental que sugiere otra escala, otras dimensiones…
Horizontales, 1981
Una evolución lógica del proceso creativo lleva a Mateos a proseguir con la horizontal. El carácter arquitectónico se muestra así de forma rotunda en ésta serie, donde el volumen escultórico se ha transmutado en espacio construido por planos.
Es una pulsión arquitectónica, cercana a la lógica racional de la Bauhaus, derivada de la yuxtaposición de planos y la limpieza de aristas. Sobre la relación entre escultura y arquitectura, Ángel Mateos dirá que sus esculturas están hechas para ser ellas un todo.
Prismas, 1981
Del plano quebrado de series anteriores -Menhires, Flexiones…- un paso más allá le lleva a trasladar el mismo afán al prisma: un bloque inicial es seccionado y desgajado.
Esta serie está compuesta por 15 obras realizadas en hormigón de pequeño formato -entre 10 y 25cm-, y a pesar de sus reducidas dimensiones, mantienen la monumentalidad innata en la obra de Mateos.
Desplazamientos, 1981
La aspiración de llegar a una esencia y origen de la forma, lleva al escultor a plantear la simple fractura de un volumen único para realizar un ligero desplazamiento de sus partes. Esta mínima intervención le lleva al bloque de piedra natural, donde tiene su verdadero sentido. El resultado es esta serie realizada en granito negro.
Esta investigación continuará hasta realizar otras catorce obras en chapa de hierro de gran tamaño, destinadas a una exposición de esculturas flotantes en el río Tormes -Salamanca, 1984-.
PALASTHROS, 1983
Con la serie Palasthros recupera el concepto espacial. A diferencia de otras series en las que trabajaba el bloque, en el punto de partida es la construcción del mismo por planos. El espacio cerrado/abierto donde recupera el carácter constructivo en ellas.
Realizadas en tiempo record para la 2ª edición de ARCO, se ve obligado a realizarlas en chapa de hierro, pues los tiempos del hormigón son más largos.
GRANDES MENHIRES, 1986
En la recta final de su trayectoria, Mateos continua las derivaciones minimalistas con diferentes series: Grandes Desplazamientos y Menhires, Nuevos Prismas, sus Ciudades Verticales… Son propuestas derivadas todas ellas de sus desplazamientos, y son el puerto de llegada de su investigación minimalista.
Algunas de ellas las realiza en gran tamaño para la Bienal de Escultura de Zamora de este mismo año.
MONUMENTOS A UNA DEMOCRACIA, 1988
Última serie realizada por Mateos. En ella el escultor vuelve a trabajar con el plano a la vez que se aleja del minimalismo. Grandes planos verticales que surgen de una base integrada y que envuelven el espacio donde se fundamenta la unión de los mismos.
Estos grandes monumentos son, como propuestas, el último gesto personal del escultor inmerso ya en su proyecto final: el museo que recoja su obra.